miércoles, 26 de junio de 2019

¿Qué lugar deben ocupar los robots?

Hay que acabar con algunos mitos negativos sobre la robotización. Las desigualdades sociales, el desempleo y la pobreza no los generan la inteligencia artificial ni la digitalización, sino las políticas neoliberales

Estaba pensando cómo iniciar este artículo sobre los mitos de la robotización y digitalización cuando encontré una información muy interesante en The Guardian sobre la estrategia robótica del Gobierno japonés. Japón es uno de los países más envejecidos del planeta. El 27% de la población tiene más de 65 años; también es un ejemplo de homogeneidad étnica. Los inmigrantes apenas representan un 1,8% de su población, según la ONU. Se espera que en 2020 el 80% de las personas dependientes acepten algún tipo de asistencia robótica, por lo que el Gobierno está impulsando un programa con 98 empresas para desarrollar dispositivos robóticos que ayuden a los enfermos: levantar de la cama a los ancianos, sillas de ruedas automatizadas o robots-carrito para llevar las medicinas.

No obstante, resulta evidente que estas tareas robotizadas apenas tienen que ver con la actividad principal que desempeña el personal de enfermería: cuidar a los enfermos y ayudarles en su recuperación, lo que requiere actitudes empáticas y una comunicación plenamente humana con el paciente, incluida la no verbal, comprensión y trato digno. Algo que nunca podrá ofrecer un robot. La apuesta de Japón por la robotización obedece a sus peculiaridades demográficas: envejecimiento de la población y escasez de personal de enfermería debido a las trabas migratorias, pero no tiene por qué ser exportable en la misma magnitud al resto del mundo.

Primeras conclusiones: el grado de robotización y digitalización de una sociedad vendrá determinado por la escasez de mano de obra. Pero en ningún caso las máquinas serán capaces de sustituir la empatía humana. En los países desarrollados multitud de actividades de servicios tienen características similares a la enfermería, en las que la aportación emocional humana al trabajo es fundamental.

También conviene revisar otros lugares comunes según los cuales la digitalización y la introducción de robots suponen un aumento extraordinario de la productividad y, a la vez, de la desigualdad social.

Orley Ashenfelter, economista de la Universidad de Princeton, nos dice: “Vemos robots en todas partes, excepto en las estadísticas de productividad. Si la robótica y la digitalización estuvieran cambiando todo dramáticamente, veríamos un fantástico crecimiento de la productividad y no lo vemos”. En los años sesenta la productividad en los países tecnológicamente más desarrollados —Países Bajos, Francia, Italia o Alemania— creció entre el 4% y el 6% anual; desde el año 2000 ha crecido tan solo al 2%. También en EE UU las tasas de crecimiento de la productividad se están reduciendo desde hace bastantes años.

Resulta curioso comparar el crecimiento de la productividad de nuestro país, que ha aumentado en un 7,4% desde 2010 a 2017, con la del hiperrobotizado Japón, que ha sido de solo un 5,9%, un punto y medio inferior. En EE UU apenas se ha incrementado en un 3,3%.

Lee la noticia completa

miércoles, 19 de junio de 2019

Sin excepción: cualquier trabajador puede pedir cambio de turno, flexibilidad horaria o teletrabajar

El Economista - Sin excepción: cualquier trabajador puede pedir cambio de turno, flexibilidad horaria o teletrabajar



  • Antes solo se podía solicitar si venía recogido en el convenio colectivo
  • Tras el real decreto-ley 6/2019, el derecho se extiende a todos los trabajadores

La gran novedad de esta medida es que prima el derecho de la adaptación de la jornada de los trabajadores sobre la reducción de esta. Es decir, busca que un empleado no se vea obligado a rebajar sus horas de trabajo y, en consecuencia, su sueldo para poder conciliar su vida familiar y profesional.

Se puede solicitar a la empresa que adapte la jornada, ya sea en términos de flexibilidad horaria, cambio de turnos o, incluso, trabajo a distancia, sin necesidad de tener hijos menores.

Se podrá pedir la adaptación horaria siempre que se aleguen "necesidades" que la justifiquen, tanto si se tiene hijos como si no.

¿Pero lo puede pedir realmente cualquiera? En principio, sí. Cualquiera que lo necesite. "No existe ningún tipo de restricción", aseguran desde Legálitas.


Lee la noticia completa

miércoles, 12 de junio de 2019

España va bastante peor de lo que se dice

Se pregona que casi se ha batido el récord de afiliados a la Seguridad Social, que el paro ha caído en 84.000 personas en mayo o que Bruselas ha suprimido la vigilancia especial al déficit español

El desempleo se va reduciendo, pero a costa de que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo sean temporales y mal pagados

El gobierno alardea de que la subida del salario mínimo a 900 euros no ha tenido impacto alguno en la marcha en las contrataciones, ¿y si lo que ha ocurrido es que ese impacto se ha retrasado en el tiempo?


Aunque hayan terminado las campañas electorales, sigue la propaganda. Más sutil que la de los eslóganes de campaña, pero no menos contundente. Ahora es el momento de los mensajes optimistas sobre la marcha de la economía. Se pregona que casi se ha batido el récord de afiliados a la Seguridad Social, que el paro ha caído en 84.000 personas en mayo o que Bruselas ha suprimido la vigilancia especial al déficit español. Pero no se va más allá de esos titulares que, por otra parte, tampoco son para tanto. Y no se cuenta lo mucho que de verdad va mal en la economía española.

Sí, el desempleo se va reduciendo. Lo viene haciendo desde hace más de tres años. Pero a costa de que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo sean temporales —el 90% este mayo— y mal pagados. De que millones de españoles, jóvenes y no tanto, no sepan lo que va a ocurrir con su vida dentro de pocas semanas. El gobierno alardea de que la subida del salario mínimo a 900 euros no ha tenido impacto alguno en la marcha en las contrataciones y uno de sus exponentes se atreve incluso a proponer que el Banco de España pida perdón por haber pronosticado lo contrario. ¿Y si lo que ha ocurrido es que ese impacto se ha retrasado en el tiempo?

No hay por qué creer a pies juntillas lo que diga el Banco de España. Ha metido la pata demasiadas veces y otras tantas ha sido evidente que sus opiniones tenían una intencionalidad política. A veces para favorecer al gobierno que había nombrado al gobernador, otras para fastidiar al ejecutivo que ha llegado al poder cuando el mandato otorgado por el precedente no había concluido. Como ocurre actualmente con su titular, Pablo Hernández de Cos. Pero cuando lo que pone encima de la mesa son datos y no opiniones hay que pensárselo dos veces antes de arremeter contra esa institución.

viernes, 7 de junio de 2019

Elecciones DXC Asturias 2019

Este semana junto con los resultados de ESCyA Madrid, CCOO vuelve a ser la opción sindical más votada, en esta segunda ocasión, rozando la mayoría absoluta entre 4 fuerzas sindicales presentes.

Y agradecemos nuevamente vuestra confianza y nos alegramos sobre todo por quienes hayáis efectuado vuestro derecho al voto democrático en las elecciones de fuerzas sindicales.

Os adjuntamos este link con la noticia en prensa

Gracias por todo.



Elecciones ESCyA Madrid 2019

Con estos resultados, CCOO se mantiene como la fuerza sindical mayoritaria en el conjunto de las empresas de DXC.Technology.

Agradecemos a los compañeros y compañeras que han ejercitado el derecho democrático de su voto, ya que en definitiva nos da más representatividad y más fuerza al conjunto de plantillas.

Estos resultados nos dan aún más ánimos y fuerza transmitida para seguir nuestro camino de TRABAJO y RESPONSABILIDAD con las plantillas.


miércoles, 5 de junio de 2019

Quemada

Voy a dejar de ir al ambulatorio para pasarme por el sindicato. Es posible que, con esa decisión, mi salud mejore



Desde la conciencia del privilegio lo he dicho muchas veces: “Soy una trabajadora autónoma autoexplotada”. Otro diría: “Me llevo el trabajo a casa. No cobro horas extra”. Una tercera podría lamentarse: “Cobro por habitación. No tengo un fijo. He de limpiar 20 habitaciones diarias para poder vivir”. Más testimonios: “Vivo pendiente del móvil. Mi jornada laboral no se acaba nunca”. “Soy un parado. No duermo bien”. “Cuido a las personas mayores de las familias, trabajo en un restaurante los fines de semana, por las noches soy teleoperadora: no me llega”. En estas condiciones no es extraño que yo afirme: “Me duele la clavícula”; que alguien más enumere síntomas: “Tengo migraña, estoy siempre cansada, triste, irritable”. “Se me corta la respiración”. Pero no se preocupe. Ya existe un diagnóstico para estos males: padece usted el síndrome del trabajador quemado —de la trabajadora quemada con más motivo—. Tómese una pastilla. El sistema funciona divinamente, pero usted no. Es usted flojo o, en un porcentaje incluso más elevado, floja.

El mantra de “usted no necesita un psiquiatra, sino un comité de empresa” es más pertinente que nunca: parece que el malestar sistémico se reinterpreta como patología de la que solo es responsable el individuo. Yo soy la única culpable de mis alienaciones y autoexigencias. Metida en mi propia bolsa fetal, mis funciones no afectan a mis órganos y todo está en mi dentro de mí. Neurosis y dolores de espalda responden a las características de mi ADN —estrictamente biológico, nunca histórico— y a mi incapacidad de adaptación al medio —bajita y respondona—, a una herencia familiar que tampoco estuvo jamás condicionada por la cantidad de yogures ingeridos o la salubridad de las viviendas. El síndrome del trabajador explotado —de la trabajadora explotada, más— debería curarse con un relajante muscular. La OMS está de coña. Que quizá haya que poner en tela de juicio las propias reglas del juego es una proposición política que se desdibuja frente a este universo de workaholismo donde se confunde vocación con autoexplotación; posesión de capital con emprendimiento y filantropía; reivindicaciones laborales con pereza; el trabajo con el inevitable riesgo de perder la salud. Confesemos que hemos vivido y hemos bebido. Somos responsables de nuestro cáncer de pulmón: la contaminación es un nimio factor de riesgo. Somos responsables porque, por idiotas, no hemos tenido pasta suficiente para pagarnos entrenadores personales, aromaterapeutas, coaches de la resiliencia y el pensamiento positivo ni dietistas. Todo este nuevo modelo de negocio hace innecesario el derecho laboral, el pensamiento político y los militantes antisistema. Nuestro colesterol sube porque comemos bollería industrial y comemos bollería industrial porque cada día somos más pobres. También tenemos menos tiempo para guisar o hacer la compra y, sin embargo, cuánto nos obsesionan las analíticas y los gimnasios, y qué poco nos concentramos en la posibilidad de transformar esas condiciones laborales que nos encorvan la columna y nos invitan a tener la flexibilidad del junco. Yo evito maniáticamente hacerme un análisis de sangre. Sé que me revelará que en todas mis enfermedades, además de la inexorable putrefacción del cuerpo, se atisba un residuo bacteriano, compartido más con mis contemporáneos que con mi especie, que me incita a desconfiar de quienes tienen la sartén por el mango transformándome en enferma laboral y verdugo de mí misma. Pero hoy no voy a hacer flexiones y voy a escuchar a Chicho Sánchez Ferlosio. Voy a dejar de ir al ambulatorio para pasarme por el sindicato. Es posible que, con esa decisión, mi salud mejore.

Noticia relacionada con esta