miércoles, 12 de junio de 2019

España va bastante peor de lo que se dice

Se pregona que casi se ha batido el récord de afiliados a la Seguridad Social, que el paro ha caído en 84.000 personas en mayo o que Bruselas ha suprimido la vigilancia especial al déficit español

El desempleo se va reduciendo, pero a costa de que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo sean temporales y mal pagados

El gobierno alardea de que la subida del salario mínimo a 900 euros no ha tenido impacto alguno en la marcha en las contrataciones, ¿y si lo que ha ocurrido es que ese impacto se ha retrasado en el tiempo?


Aunque hayan terminado las campañas electorales, sigue la propaganda. Más sutil que la de los eslóganes de campaña, pero no menos contundente. Ahora es el momento de los mensajes optimistas sobre la marcha de la economía. Se pregona que casi se ha batido el récord de afiliados a la Seguridad Social, que el paro ha caído en 84.000 personas en mayo o que Bruselas ha suprimido la vigilancia especial al déficit español. Pero no se va más allá de esos titulares que, por otra parte, tampoco son para tanto. Y no se cuenta lo mucho que de verdad va mal en la economía española.

Sí, el desempleo se va reduciendo. Lo viene haciendo desde hace más de tres años. Pero a costa de que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo sean temporales —el 90% este mayo— y mal pagados. De que millones de españoles, jóvenes y no tanto, no sepan lo que va a ocurrir con su vida dentro de pocas semanas. El gobierno alardea de que la subida del salario mínimo a 900 euros no ha tenido impacto alguno en la marcha en las contrataciones y uno de sus exponentes se atreve incluso a proponer que el Banco de España pida perdón por haber pronosticado lo contrario. ¿Y si lo que ha ocurrido es que ese impacto se ha retrasado en el tiempo?

No hay por qué creer a pies juntillas lo que diga el Banco de España. Ha metido la pata demasiadas veces y otras tantas ha sido evidente que sus opiniones tenían una intencionalidad política. A veces para favorecer al gobierno que había nombrado al gobernador, otras para fastidiar al ejecutivo que ha llegado al poder cuando el mandato otorgado por el precedente no había concluido. Como ocurre actualmente con su titular, Pablo Hernández de Cos. Pero cuando lo que pone encima de la mesa son datos y no opiniones hay que pensárselo dos veces antes de arremeter contra esa institución.

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