La pandemia obliga a las corporaciones a demostrar su compromiso con la sociedad más allá de los accionistas
Desde luego, en los accionistas sí han pensado. Este mes, con la alarma sanitaria encima, las compañías cotizadas han seguido pagando dividendos y han acelerado la compra de acciones para autocartera aprovechando el desplome bursátil con un doble objetivo: conseguir importantes descuentos sobre sus propios títulos para, cuando se recupere el mercado, poder colocarlos a precios mayores y obtener plusvalías, y, en segundo lugar, evitar que los accionistas se vean tan perjudicados por el desplome, aunque esto último sea algo prácticamente imposible dadas las circunstancias. La excepción la puso Inditex el miércoles, cuando decidió por primera vez en su historia que congelaría ese pago hasta que la situación se empiece a normalizar.
Del lado del empleo, la reacción también ha sido inmediata. Aunque el dato exacto no se conocerá hasta que se publiquen las cifras de marzo, muchas empresas han empezado a rescindir contratos temporales. Una minoría, la que no puede facilitar el teletrabajo a sus empleados y tiene que parar la actividad, ha optado por mandar de vacaciones a su plantilla, pero esto no ha sido en absoluto la norma. Sólo las medidas anunciadas por el Gobierno el martes han ayudado a contener una segura sangría de ERE incentivando mecanismos de flexibilidad, como los ERTE, que evitan los despidos. Cuando se publiquen estas líneas se habrán contabilizado decenas de miles de solicitudes de suspensión de empleo temporales en todo el territorio. La consigna ha sido recortar gasto fijo de forma inmediata, aun cuando las previsiones hablaban de que el parón de actividad iba a ser de solo dos semanas.
En esta debacle sanitaria y social, los planes estratégicos de las compañías también han ido cambiando sobre la marcha. Lo tercero que ha sucedido es una ola de profit warning (advertencia de recortes de las previsiones) que ha recorrido las Bolsas. Apple, Microsoft, Danone, Mastercad, Barclays, BMW… Las empresas de restauración sufren como nunca. El grupo francés Sodexo, uno de los más grandes del mundo, advirtió el martes que el virus puede costarle 2.000 millones en ventas y dejó en el aire sus pronósticos para este año. También las textiles. El propietario de Primark, Associated British Foods, augura una gigantesca caída de ventas tras haber cerrado el 20% de su espacio comercial (todas las tiendas en Italia, Francia, España y otros países), según The Guardian. Los anuncios se han sucedido en España. Caixabank, Inditex, Meliá, Merlin Properties, Amper, Adolfo Domínguez… La lista es tan larga como las colas en los supermercados, y los problemas descritos, parecidos. Lo que difiere de unas y otras compañías es el optimismo.
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