Hace un año, el descenso fue mayor en este mismo trimestre, un 5,3%. Pero, en aquel momento influyó más la pérdida de 97.000 empleos y, en menor medida, la reducción de los sueldos en los primeros meses de aplicación de la reforma laboral.
En 2013 la economía ha dejado la recesión y empiezan a crearse puestos de trabajo. Pero las rentas de trabajo no respiran. Además, Hacienda y la Seguridad Social, las dos grandes cajas públicas de ingresos, tienen problemas porque su principal fuente recaudatoria son los salarios.
Las rentas del trabajo bajan hasta 111.545 millones, al mismo nivel de 2005.
En términos de PIB, esto se traduce en un cambio estructural en la distribución de la renta en España, que jamás se había producido. Es decir, las remuneraciones de las rentas de trabajo en el total agregado de la economía han caído en detrimento de otras rentas no salariales, como son los beneficios empresariales, de la propiedad y de capital (excedente de explotación bruto y renta mixta), cuya aportación a los ingresos del Estado es muy inferior y corresponde a un menor número de personas.
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En Europa este fenómeno está sucediendo a la inversa, salvo en Portugal e Italia.
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